
“Pero por qué decía cosas tan raras
los guardas nunca osaron preguntarle,
porque aquel a quien dieron por destino
vigilar una cárcel de desgracia,
sellar debe sus labios con cerrojos
y transformar su rostro en una máscara”
· “Vigilando el antro de los asesinos”
· (La balada de la cárcel de Reading)
· Acrílico sobre lienzo. 97 x 146 cm.
· 2010